Independientemente de campañas defendiendo unas posturas u otras en general, cada cual tiene sus propias razones por las que toma decisiones --grandes o pequeñas-- en su vida. Muchas veces nos gustaría que nuestra determinación, tan trascendental, tan importante y justa desde nuestra perspectiva, se extendiese a muchas otras personas del entorno y fuera de el. Pero sería pecar de egocentrismo y ese es un hábito que me he propuesto abandonar desde hace muchísimo tiempo, por principio y porque el querer tener la razón a toda costa, aunque parta de la buena fe y con nobles intenciones, suele causar perjuicios a la corta y a la larga.
Mi mente trabaja a contracorriente desde que me alcanza la memoria. Esto proporciona la ventaja de tener una independencia inusual y unas relaciones personales auténticas, no interesadas o circunstanciales. La mayor desventaja que se me ocurre es que rechazar los estereotipos e ir por libre en general hace sentir a muchas personas incómodas, por lo que buscan conflictos imaginarios para justificar su malestar y hacer al "diferente" responsable de ello.
En un mundo utópico los seres humanos abandonaríamos la violencia, buscaríamos el equilibrio entre nosotros y el resto de seres vivos --sintientes o no-- de este planeta y procuraríamos valorar y utilizar los recursos naturales en su justa medida. Desaparecería el capitalismo, por tanto no habría ricos ni pobres, no existirían países desarrollados y subdesarrollados, se erradicaría el hambre y las enfermedades del tercer mundo y, en general, habría una evolución moral mundial que implicaría una revolución de conciencias. La evolución moral y, por consiguiente, el cambio de conciencias, se ha de hacer mente a mente, individuo por individuo, para formar el todo utópico. Quiero decir que se empieza por la persona, por un@ mism@, y deberíamos tomar las riendas de nuestra vida y acciones para poder experimentar ese profundo cambio.
Somos lo que hacemos y no lo que decimos ser
En una sociedad recargada de imágenes, de modelos rígidos en la mayoría de los aspectos, como la moda y la estética de las personas y objetos, donde no solemos ver más allá de la forma externa de prácticamente todo, caemos en la esclavitud de no saber actuar por propia iniciativa y de seguir como borreguitos lo que dicta la mayoría para sentirnos parte de algo y ser aceptados, como si así fuesen a querernos más y mejor. Aun así, el vacío y la soledad existencial siempre nos encuentran, vayamos a donde vayamos, por mucho que cumplamos estrictamente con todos esos protocolos establecidos para seguir un "orden" y entrar en la norma.
Siempre he pensado que si una persona se sale de lo establecido, es un error apartarse del grueso social para agregarse a un grupúsculo y hacer lo mismo que una mayoría, pero en menor escala, que es adherirse a unas normas e ideología adecuadas a ese grupo, sin emplear la crítica. Así, mucha gente se aferra a unos dogmas para sentir que son ellos los que llevan la razón, los que van por el camino recto, mientras que el resto está perdido en la ignorancia y la confusión. Estos grupos pueden ser religiosos o políticos y se abanderan en favor de una causa que creen superior, estando convencidos de que están en poder de la verdad y sin importarles los efectos colaterales de su propia guerra. Se pierden en la idea y se produce una incoherencia entre lo que se practica y lo que se predica; abrazan un paquete de ideologías --que les resultará acogedor y calentito--, mientras sus actos casi sólo se basan en esa defensa, caiga quien caiga y autoconvenciéndose e intentando convencer al resto del mundo de que su razón es la única válida y universal.
Cuando decidí definitivamente dejar de comerme a otros seres sintientes --decisión que me costó muchos años de cuajar--, no conocía a vegetarianos de conciencia. Por tanto, nunca tuve algún referente cercano ni lo tengo en este momento. La vocecilla interior que me dijo "no lo hagas más", se gestó por su cuenta y riesgo debido a mi actitud crítica ante los patrones sociales y ante mí misma. Mi práctica vegetariana comenzó con una chispa, una certeza luminosa en medio de un mar de incertidumbre. La chispa encontró muchísimo material inflamable y se fue extendiendo en mi interior, hasta invadirme tan profundamente que ya es imposible de aplacar. Y entonces es cuando toda esa luz se transforma en argumentos, razones por las que me niego a participar, por microscópica que sea mi participación, en la matanza institucionalizada de otros seres vivos y sintientes, mamíferos como nosotros, aves, peces, reptiles, anfibios, etc, como nuestros antepasados evolutivos. Y a partir de aquí y para no extenderme más en mis disertaciones, enumeraré las razones por las que mi hábito vegetariano se ha solidificado... petrificado con el tiempo. Eso sí, siempre sin pretensiones adoctrinadoras, por lo que en este punto quiero aclarar que soy vegetariana pero no vegetarianista (el que aboga por una dieta vegetariana), por las razones que he expuesto más arriba.
1. Comer muerte
Un animal muerto es un cadáver; esta afirmación es de perogrullo.Tras sacrificar al animal, ya no existe un ápice de vida en él, existe sólo la materia orgánica que le dio sustento y que se transformará en otra cosa. La descomposición de un ser vivo es muy rápida, ya que por lógica natural nada se crea ni se destruye, sino que se transforma. Para conservar "en buen estado" la materia orgánica resultante de un cadáver reciente, se emplean químicos perjudiciales para la salud --los que mencionaré más tarde-- y que se ingieren en la dieta. Además, los animales son portadores de numerosas enfermedades que podrían crear --y de hecho ha ocurrido así-- epidemias, como los casos más evidentes de la gripe aviar, gripe A o el de las "vacas locas".
El sacrificio de animales ya no es necesario para la alimentación del ser humano en los países desarrollados, por mucha creencia que haya en torno a ello. Se sostiene por ser una industria y por costumbre cultural. Sin negar que el ser humano es omnívoro por supervivencia, es evidente que su aparato digestivo, sus dientes y uñas no están preparadas para las proteínas animales crudas, ya vengan de animales terrestres, aéreos o acuáticos. No somos depredadores, así que tuvimos que adaptar nuestra dieta y descubrimos que el fuego suprimía el inconveniente. Así, a falta de vegetales aptos para el consumo, nos empezamos a comer a los animales que sí habían encontrado el alimento.
2. Empatía
Qué bonita es la palabra "empatía" y qué difícil es desarrollarla hasta su madurez. A nuestro alrededor pululan numerosas personas que no la han experimentado jamás o tal vez se la amputaron cuando eran niños. Son sicópatas camuflados que han aprendido a pasar desapercibidos con una actitud perfectamente aceptada por los demás y hasta respetada, siempre que sepan proyectar una imagen correcta dentro de su microcosmos. Son los expertos por antonomasia en llorar "lágrimas de cocodrilo" y puede que por mi experiencia personal, por habérmelos encontrado a lo largo del camino de mi vida, haya querido ir más allá de la mera capacidad por sentirnos identificados con nuestros semejantes y sentir compasión por el sufrimiento ajeno. Quise ir más lejos de la especie humana, donde se discrimina por razón de raza, género, religión, sexualidad o ideología, y extender mi capacidad empática hacia el resto de mis semejantes, que constituídos por todos las seres sintientes del planeta, nos llevan a mantener una actitud especista globalmente avalada, al considerarlos inferiores a nosotros, en una relación de poder donde creemos tener unos derechos sobre ellos que no sólo llegan al endiosamiento, sino que lo sobrepasan con creces.
Seguro que la mayoría hemos escuchado o leído el caso de algún niño que tuvo un animal muy querido, ya fuese un pollo, cordero o baifo (cabrito). Y un día cualquiera, descubrieron que su compañero de fatigas había desaparecido y que, para mayor disgusto, había sido su almuerzo o su cena. La gran mayoría de estos niños han tenido que aceptar que en su cultura a los animales se les cosifica, se les asesina y se les sirve en un plato, que están ahí para eso y que los humanos, como seres superiores, racionales y responsables de la existencia de estos bichos de granja, tenemos todo el derecho del mundo a hacer con ellos lo que nos dé la gana.
La fértil capacidad de amar de un niño y el prolífico amor de nuestra especie, se mutila, se reprime, se limita a lo estrictamente necesario, que será lo que convenga por consenso en las circunstancias en las que uno se críe.
4. Grasas animales
El consumo de grasas animales en la dieta provoca que aumenten los nieveles de colesterol en sangre. Esto hace que los riesgos cardiovasculares sean elevados y sobrecarga al organismo de una sustancia que no necesita y no sabe qué hacer con ella. Por eso se llegan a obstruir las arterias, ya que se deposita creando placas de ateroma que dificultan el riego sanguíneo.
Los prejuicios médicos hacen que en la medicina convencional no se prescriban dietas vegetarianas. En parte por relacionar el vegetarianismo con cuestiones ideológicas y religiosas y en parte por el propio miedo a lo desconocido que las fuertes imposiciones culturales y académicas confieren a los expertos, por muy equivocadas que estas estén. La sobrecarga informativa acerca del "comer de todo" hace a los especialistas ser sumisos ante la tendencia que prevalezca, sin utilizar demasiado su racionalidad crítica en determinadas cuestiones... ¡que ni se cuestionan!
5. Proteínas
"La palabra proteína está sobrevalorada", afirmaría en un acto de deshonestidad. No es cierto, las proteínas son extremadamente importantes. Lo que está sobrevalorado son las proteínas animales como la mejor fuente para nuestra dieta.
Vayamos a donde vayamos y leamos donde leamos, hay una importante incorrección dietética por doquier. Lo que nuestro organismo necesita para fabricar proteínas no son proteínas, sino el componente de la proteína que es el aminoácido. Podemos ingerir el aminoácido como tal o una determinada proteína, que en el proceso digestivo se descompondrá en aminoácidos para poder ser utilizados en la fabricación de nuestras propias proteínas.
Se ha clasificado a las proteínas por su valor biológico, según el componente en aminoácidos esenciales, que son aquellos que nuestro organismo es incapaz de fabricar y, por tanto, debemos ingerir obligatoriamente para no sufrir carencias. Pero todos los aminoácidos esenciales se encuentran en los vegetales. Claro, lo más directo, cómodo y simplificado es decir que si te comes un filete tienes cubiertas tus necesidades proteicas porque la carne posee un elevado valor biológico en cuanto a proteínas.
Pero lo que no se dice es lo que viene luego, que es el proceso digestivo en el que esa proteína ha de ser descompuesta, que el proceso de digestión de la carne es muy lento, que gran parte de esta proteína no se digiere y que lo que absorbe el intestino son aminoácidos y no proteínas. Así que para los amantes del filete, tengo que enmendarles la plana diciéndoles que si nos comemos un plato de arroz con lentejas, tendremos el mismo aporte proteico que con el filete, pero no sólo eso, habremos ingerido un plato muchísimo más digesto, con más cantidad de micronutrientes (vitaminas y minerales), fibra (imprescindible en la dieta), significativamente más económico y que para obtenerlo se han necesitado muchísimos menos recursos, además de lo más importante: no hemos tenido que provocar el sufrimiento y la muerte de otro animal.
6. Digestión
El aparato digestivo sufre muchísimo menos con una dieta vegetariana. Además, el aporte adecuado de fibra vegetal favorece el proceso intestinal, la evacuación y previene enfermedades propias de las dietas de los países desarrollados, ricas en cadáveres y subproductos de los cadáveres, cereales refinados y azúcar y pobres en verdura, fruta, cereales integrales y legumbres. Estas enfermedades abarcan desde la diverticulitis hasta el cáncer.
7. Enfermedades
La cría industrial de animales para el matadero genera epidemias como las más populares que mencioné arriba: gripe porcina, gripe aviar y encefalopatía espongiforme bovina.
Los controles sanitarios no son suficientes, pero no sólo eso, sino que las sustancias permitidas y no permitidas que se emplean para la cría de ganado y el tratamiento de los cadáveres para su conservación, son ingeridas en la dieta. El caso más evidente es el de los nitratos y nitritos, que permiten que la carne se conserve durante más tiempo y evitan que pierda el color rojizo. Sólo que hay estudios suficientes y experiencia que demuestran que estas sustancias son tóxicas y cancerígenas. Y si es así, ¿por qué se emplean? Pues sencillamente porque la cría de ganado, los mataderos y la venta de cadáveres constituyen una industria imparable y se necesita algún aditivo, aunque sea perjudicial, para mantenerla a flote. Lo mismo ocurre con las hormonas, los antibióticos y cualquier sustancia tóxica que ingiera el animal con los piensos de engorde, sustancia que se acumulará en el tejido adiposo y que se incorporará también a la dieta humana.
8. Gastronomía
Decidir hacerse vegetariano es descubrir un mundo gastronómico totalmente astronómico. Existen tantas variedades de verduras, frutas, cereales, legumbres, setas y frutos secos, que sería imposible no cubrir todas las necesidades palatales y nutricionales con una cocina basada en alimentos de origen vegetal. El concentrar nuestra dieta omnívora en la carne, las aves y el pescado como protagonistas del plato, nos hace perder la oportunidad de enriquecernos en el aspecto culinario y de obtener todas las vitaminas y minerales necesarios, además de disfrutar de gamas de sabores mucho más amplias en espectro.
9. Salud
Con una dieta vegetariana obtenemos muchos beneficios para la salud:
- Evitamos enfermedades cardiovasculares debidas a la ingesta de grasas animales
- Normalizamos el tránsito intestinal por la ingesta de fibras
- Ingerimos gran cantidad de micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales)
- No forzamos la digestión con proteínas animales de las que no absorbemos una gran parte
- Impedimos que se produzca obesidad y favorecemos la pérdida de peso en caso de que necesitemos restringir la ingesta calórica
- No ingerimos sustancias perjudiciales para la salud presentes en la carne y grasas animales
- La dieta vegetariana es preventiva contra el cáncer. También previene la formación de cálculos renales y biliares y la osteoporosis
- Evitamos la hipertensión arterial
10. Ética
Aunque la haya puesto en último lugar, la ética es la razón más importante para que una persona lleve una dieta vegetariana.
¿Tenemos derecho a matar a un animal para comérnoslo?
¿Por qué algunos animales tienen derechos y otros no?
Desde el punto de vista occidental (si es que se puede poner un punto de vista a una sociedad), cada animal está ahí por un motivo determinado y algunos tienen derechos y otros no. Los toros de lidia no tienen derechos en España y otros países. Las vacas, los cerdos, las gallinas y cualquier otro "animal comestible" tampoco tienen derechos. Los perros, gatos y mascotas en general, sólo tienen derechos cuando son adoptados por alguien, pero mientras estén en el mercado animal (cría y tienda de mascotas) o sean callejeros, no tienen ningún derecho. Si maltratamos a nuestro perro somos unos desalmados criminales, pero si nos comemos cien kilos de carne al año, no hay ningún problema.
Lloramos si vemos apalear a una foca por televisión con el muslo de pollo delante. Protestamos por la matanza indiscriminada de especies en peligro de extinción masticando un trozo de chuleta de cerdo. Insultamos al vecino que ha apaleado a su perro antes de ir al supermercado a comprar un kilo de salchichas. Vamos al ayuntamiento a presentar una queja acerca del abandono de perros con nuestro abrigo hecho con la piel de algún otro animal. Y mientras estoy escribiendo esto me pregunto si somos ignorantes, inconscientes o hipócritas
Siempre he dicho que hoy en día, con la de alimentos nutritivos alternativos que hay no es necesario matar para comer. Lo que ocurre es que en este pais parece que está mal visto mirar -aunque sea un poquito- por los animales.
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